LA PORTADA DE HOY


Por: Eddie Cóndor Chuquiruna

Publicado el: 2021-12-07

Nostálgicos


No más nostalgias seductoras y mentirosas. Estas en manos incorrectas, como ocurre hoy, impiden mirar hacia adelante y recomponer todo aquello que nos afecta. Respetémonos. Acepten su derrota. Aprendamos a vivir en democracia.

En el Perú y el mundo hay gente que espera con ansias la caída del Gobierno del presidente Pedro Castillo. Impera su mirada ideológica y no los principios que sustentan un Estado constitucional de derecho. No les importa que haya sido elegido por la mayoría de peruanos y peruanas. Para su caso, los mecanismos de protección que la democracia ofrece son escondidos.

Son los nostálgicos que, por una y mil razones sin sustento racional, al perder la elección por el perfil de su carta de presentación -la “señora k” y sus fichas afines- siguen con su libreto de patear el tablero e instaurar un régimen dócil a sus tradicionales y retorcidas reglas de juego. Ejecutivo y Legislativo en sintonía y al servicio de ciertos grupos de poder.

Buscan seguir, y lo hacen con cinismo, instrumentalizando las instituciones del Estado, en las relaciones entre lo público y privado, para afirmar los flagelos corrupción e impunidad. Han perdido poder. Es la razón de su nostalgia.

Quiénes aplauden los acechos de los que es objeto el presidente, más allá de nuestra frontera, creen -erróneamente- que están construyendo democracia en sus respectivos países. Analizan nuestra realidad desinformados y sin despojarse de su anclaje ideológico. Por eso no comprenden que tenemos problemas estructurales que han sido incapaces de enfrentar -aquellos a quienes respaldan- cuando hicieron Gobierno por décadas y hasta los ahondaron. Como sus defendidos, no ven en perspectiva de proceso y tampoco trabajan en soluciones integrales. Su egocentrismo les impide evolucionar políticamente.

Por eso, en este tiempo, su afán es la vacancia presidencial. Lo es porque los grupos de poder económico y político -predominantes- y sus operadores mediáticos y otros con incidencia social lo han decidido. En realidad lo hicieron el día que fue proclamado por el Jurado Nacional de Elecciones. Han urdido desde entonces cómo defenestrarlo.

Se trata de malos perdedores, para los que la voluntad de la población expresada en las urnas no tiene ningún valor. El ganador no les sirve ni beneficia y eso basta para aniquilarlo. Por eso ahora acechan, desde el Congreso, amparados en una polémica institución jurídica, la “vacancia presidencial”, que a falta de marcos normativos claros y parámetros jurisprudenciales, de utilización, sigue librada a la voluntad de una mayoría congresal discriminadora y vengativa.

Lo que jamás debería pasar en una democracia, está ocurriendo. El “mundo civilizado y democrático” y sus instituciones observan pero no exhiben proactividad ante los aberrantes y persistentes ataques. ¿Acaso una democracia sólo debe ser defendida, por la comunidad internacional, cuando está a cargo de cierta línea ideológica?

Es cierto que falta claridad del rumbo que sigue el país, por decisiones de Gobierno que no generan confianza pero que pueden ser replanteadas. Ello no justifica ninguna acción golpista. Los que buscan esta medida, se han desnudado ante la nación. Sus malas prácticas, como la persistente servil utilización de un sector de la prensa para desestabilizar, ayudarán a tomar conciencia social de los extremos en los que siguen aquellos que aún no aprenden a vivir en democracia.

Es su desesperación, que los está llevando al límite de manipular todo, el que nos está arruinando como país. No quieren darle viabilidad económica y tampoco apuestan por su gobernabilidad democrática; por eso cero esfuerzos por entablar diálogo y generar consensos. Los electores conocemos, por nuestra experiencia vivencial, las barbaridades que en este momento estaría haciendo la “señora k” de haber ganado la elección y de lo satisfechos que estarían con Ella quiénes desean desalojar de palacio al presidente.

No más nostalgias seductoras y mentirosas. Estas en manos incorrectas, como ocurre hoy, impiden mirar hacia adelante y recomponer todo aquello que nos afecta. Respetémonos. Acepten su derrota. Aprendamos a vivir en democracia.

Imagen: El Comercio